Comienza junio, el calor, y me acabo de sentar en el ordenador, mientras en la cocina hierven las verduras del puré de calabacín que estoy preparando. Puré de calabacín, qué rico.
Y es que no me queda otra. Tengo por delante 3 meses de dieta pautada por un nutricionista especialista en deportistas de ultrafondo. Vamos, que ya sé lo que voy a comer el 20 de agosto. Spoiler: No es kebab.
Y tú dirás. ¿Para quéeeeeeee?
Pues no te voy a responder, yo también me lo pregunto.
Es más, este artículo pensaba escribirlo a mediodía, para distraerme del ayuno de 20 h que me tocaba hoy, y mañana… y el siguiente.
Pero vamos al lío, que me enrollo como los durum sin cebolla con solo salsa blanca.
He comenzado con biohacking
Aplausos
Gracias, gracias.
En realidad ya lo he hecho antes, experimentando por temas relacionados con la apnea y a la resistencia al frío por papeles donde tenía que interpretar una acción en aguas frías y sin ropa. (Y no me preguntes donde fue para ver si me ves la pichurra, porque no vas a ver nada, agua fría he dicho)
Pero esta vez va fuerte, en serio, a topísimo. Voy a estirar el biohacking a 12 semanas para ir midiendo mi evolución, y te lo voy a contar aquí, en ese blog, en una sección que llamaré.
BIOHACKING TOTAL
¡Madre mía! Que potencia de nombre. Prepárate que al final del verano se viene un libro con mucha mucha ciencia y experiencia detrás. Y sí, se llamará así. Pensaba escribirlo, pero antes, si me conoces, sabes que lo tengo que vivir. La teoría me la sé tras mucho tiempo investigando y estudiando, ahora es el momento de ponerse las chanclas y al lío.
Por cierto. ¿Ya tienes mi libro? Colabora un poco para mi lamborghini, sé que no será un best seller pero puedes tener un poco de Pardavila en tu estantería. Y eso mola. Lo puedes adquirir aquí
¡Ojo! Son naufragios sentimentales. No barcos hundidos. ¡He avisado!
¿Qué es el biohacking?
Así rápido: El biohacking es el arte de mejorar el cuerpo y la mente usando ciencia, tecnología y hábitos como la alimentación, el ayuno, el sueño y el ejercicios.
Más rápido aún: Tomar el control de tu cuerpo para rendir mejor y vivir más.
Y mejor.
Salvo que pasas hambre.

¿Y eso si lo traducimos en acciones? Pues un montón superchachipirulis.
Ayuno intermitente – No comer durante ciertas horas del día (por ejemplo, 16h sin comer y 8h comiendo).
Exposición al sol – Al menos 15-20 minutos al día para regular el ritmo circadiano y generar vitamina D.
Ejercicio diario – Desde caminar descalzo hasta entrenamientos de fuerza o HIIT.
Dormir bien – De 7 a 9 horas, con horarios regulares y sin pantallas antes de dormir.
Duchas frías o baños de hielo – Activan el sistema inmune y mejoran la resiliencia.
Alimentación real – Comer comida sin procesar, rica en proteínas, grasas buenas y vegetales.
Suplementación inteligente – Como magnesio, omega-3, colágeno, cúrcuma o probióticos.
Respiración consciente – Ejercicios como los de Wim Hof o simplemente respirar profundo para reducir el estrés.
Evitar tóxicos – Menos azúcar, alcohol, plásticos, luz azul por la noche, etc.
Mindset y gratitud – Diario de agradecimiento, meditación o simplemente parar y respirar.
Pero sabes que yo no soy místico. Y soy apneista. Así que la última la quitamos.
«Parar y respirar» a mí. Psss.
Gracias al amegoh del Kebab por existir, y a los donuts de chocolate, y a los agujeros de las rosquillas de hojaldre. Amén.
Continuamos.
Existen más hábitos que esos 9+1 que te he puesto ahí. Como la sauna, grounding, control de la luz, estímulo cognitivo.. Ya entraremos en eso más adelante que esto es muy denso.
Más adelante iré descomponiendo cada uno de estos temas en migajas más digeribles.
Hoy me despido. Porque el puré ya está listo. Desde el día 2 de mi plan de autofagia, con ayunos de 20 h.
Seguiré informando, pichón.
