De instructor a sujeto de estudio.
He pasado años enseñando a otros a respirar mejor, a calmar la mente bajo el agua y a descubrir que aguantan más de lo que creen. Pero esta vez el alumno soy yo.
Después de cientos de cursos y miles (muchos miles) de apneas, noté algo que no se enseña en los manuales: el cuerpo también se acostumbra a enseñar. A repetir. A quedarse en la zona segura.
Yo hablaba de límites, pero llevaba tiempo sin poner los míos a prueba.
Así nació la idea de convertirme en mi propio caso de estudio. No como reto de ego, sino como curiosidad científica: ¿qué pasa si aplico todo lo que enseño, sin atajos ni discursos, durante dieciséis semanas seguidas?
Esta vez no hay alumnos, ni horarios, ni objetivos externos. Solo un cuerpo, un método y la voluntad de medirlo todo.
El mar como espejo del control interior.
Cada inmersión enseña algo. No del agua, sino de uno mismo.
Bajo el mar no hay excusas: si entras tenso, el cuerpo te lo recuerda. Si te distraes, el tiempo se acorta. Si luchas contra ti, pierdes.
La apnea no perdona, pero tampoco miente.
Por eso el mar es el mejor espejo: muestra lo que eres sin palabras.
Ahí abajo aprendí que la calma no es una emoción, es una decisión fisiológica. Que el control empieza en el diafragma y acaba en la cabeza. Que el cuerpo, si lo entrenas, se convierte en un laboratorio de autoconocimiento.
En la superficie podemos fingir; en el agua, no.
Y fue en una de esas bajadas, cuando la flotabilidad neutra me dejó suspendido entre la luz y el fondo, que entendí que el experimento debía empezar ahí: en el silencio donde todo se ordena.
Qué significa «Zero to Hero»: objetivo, duración y reglas
Zero to Hero no es un eslogan. Es un marco de trabajo.
Durante 16 semanas documentaré una transformación completa basada en apnea, nutrición, fuerza funcional, descanso y biohacking elemental.
El punto de partida: 87,2 kg y 26 % de grasa corporal.
El objetivo no es un cuerpo de revista ni una marca de rendimiento. Es entender el proceso, cuantificarlo y contarlo sin filtros.
Las reglas son simples:
- Medir todo.
- No esconder los fallos.
- Mantener coherencia entre lo que enseño y lo que hago.
Cero marketing, cero motivación vacía. Solo respiración, datos y constancia.
Presentación de métricas: peso, grasa, HRV, apnea estática, cintura.
Para medir un cambio hay que definirlo.
El peso será el reflejo global. La grasa corporal, la eficiencia energética.
La cintura marcará la inflamación real, más fiable que cualquier báscula.
La apnea estática servirá como termómetro de calma y control interno.
Y la variabilidad de la frecuencia cardíaca (HRV) mostrará el estado del sistema nervioso: si descanso, si recupero, si me paso.
Cada número tendrá contexto, porque sin él no dice nada.
Quiero demostrar que la apnea no es solo un deporte: es una herramienta para observar cómo el cuerpo responde al estrés, al esfuerzo y a la disciplina.
Advertencia y propósito: hacerlo medible, replicable y seguro.
Esto no es una guía de autoayuda ni un reto viral. Es un experimento documentado.
El cuerpo humano es adaptable, pero también frágil. Por eso cada técnica, cada apnea y cada entrenamiento seguirán protocolos seguros y medibles.
El propósito no es inspirar, sino enseñar. No quiero que me sigas, quiero que entiendas cómo podrías hacerlo tú, con tus propios parámetros.
Cualquier transformación real empieza con datos, honestidad y tiempo.
No con promesas, sino con seguimiento.
Lo medible se mejora, y lo que se mejora transforma.
Respiro antes de cerrar este prólogo.
El mar me espera, el cuerpo está pesado, la libreta vacía.
El siguiente paso es el punto cero: mirar de frente la línea de salida y escribir, desde dentro, cómo cambia un cuerpo cuando se le da todo lo que necesita.

