Hay un instante antes de todo.
Antes del primer kilómetro, antes de la primera apnea, antes del cambio.
Ese instante en que sabes que ya no puedes seguir igual.
Estoy bien, pero sin embargo nunca he estado tan mal.
¿Suena contradictorio? Quizá lo sea. Pero te explico:
Estoy bien. Acabo de volver de un vida a bordo en el Mar Rojo de más de una semana con un montón de amigos y experiencias nuevas.
Estoy feliz, pensando ya en el siguiente.
(Para ti, un adelanto: Cenotes en marzo y Mar Rojo, ruta sur, en julio. Vente).
Tengo la cabeza tranquila, proyectos nuevos y un binomio que vale oro, que se despierta conmigo cada día.
No habría un “pero” si no buscásemos siempre un poquito más, ¿verdad?
El trabajo va bien, mi escuela de apnea crece y tengo cursos en toda Galicia.
Hace unos meses publiqué un libro y ya estoy escribiendo el siguiente.
Paso tantas horas bajo el agua como quiero y sigo disfrutando de enseñar lo que el mar esconde.
Sigo adorando ser instructor y dar lo mejor de mí en cada curso que imparto.
Pero vamos al grano.
A la chicha.
Y en parte, es de esto de lo que quiero hablarte. (De chicha)
En verano siempre dejo el gimnasio.
Priorizar el mar significa dejar de hacer fuerza y cardio.
Pasarlo bien.
Y comer… comer mucho.
¿Has estado alguna vez en un vida a bordo de buceo?
Te levantas, buceas, comes.
Buceas, comes.
Buceas… y comes.
Comes, comes, comes.
He vuelto y he tenido reuniones con familiares, con amigos, para contarles la aventura.
Que se traduce en más cenas: ayer cocido en casa de los suegros, anteayer churrascada, el viernes ramen… y podría continuar.
Drama, drama total.
Me noto pesado, inflado, lento.
No solo físicamente: noto que me cuesta sentarme, concentrarme, moverme ágil.
(Que sí, tengo 35 años. Si pensabas meterte conmigo con eso, que te la pique un pollo. No es excusa).
¿Quieres más?
Al volver, atrapé una infección de garganta que derivó en bronquitis.
He pasado la noche tosiendo y esta tarde tengo dentista para una endodoncia.
Pero ¿y qué?
Esto empieza aquí.
No el lunes perfecto ni el mes ideal.
Empieza con lo que hay: café solo, el cuerpo un poco más pesado y la cabeza llena de planes.
Durante 16 semanas seguiré un protocolo completo: nutrición medida, cardio controlado, fuerza funcional, apnea, biohacking básico y descanso regulado.
El objetivo no es tener un cuerpo distinto.
El objetivo es entender cómo se transforma un cuerpo cuando todo se hace bien.
Cada semana mediré peso, cintura, apnea, HRV y sensaciones.
Cada día: comida limpia, entrenamiento o descanso activo.
Sin motivación vacía. Sin trucos. Sin retoques.

Este es el capítulo cero porque todavía no he hecho nada.
Solo he decidido dejar de planearlo y empezar a escribirlo.
Respira.
Mide.
Ajusta.
Hoy empiezo.
No con un plan perfecto ni con energía infinita, sino con una decisión simple:
dejar de hablar de transformaciones y convertirme en una.
El experimento empieza ahora.

