Los buceadores que deseen sumergirse en el mundo submarino de la Isla del Coco deben resignarse a un largo viaje. Sin embargo, merece la pena: Las manadas de tiburones martillo y la increíble ictiofauna son una verdadera maravilla.

Aislada en medio del Pacífico a unos 500 kilómetros de Costa Rica, de sólo 24 kilómetros cuadrados y totalmente deshabitada, la isla del Coco tiene un aire místico y se hizo popular por la supuesta existencia de tesoros piratas escondidos.

Varias expediciones se han internado en la frondosa selva, que persiste incluso a 900 metros de altitud, pero hasta ahora no se ha encontrado nada.

El verdadero tesoro de la isla volcánica es su naturaleza salvaje, con más de 200 cascadas, gargantas, montañas y un escenario submarino fascinante. Por eso, además de convertirse en área protegida en 1978, la Unesco la declaró Patrimonio de la Humanidad junto con las aguas circundantes en 1997.

Para los buceadores expertos, la isla del Coco es uno de esos sueños difíciles de alcanzar. Sólo unos pocos cruceros se acercan hasta aquí y suelen estar completos con mucha antelación. El puerto de salida es Puntarenas, en Costa Rica. La travesía dura unas 36 horas y suele presentar bastante oleaje. Aquéllos que la superen, se verán recompensados como reyes con las intensas experiencias que ofrecen más de una docena de puntos de inmersión.

La garantía absoluta de ver tiburones atrae a buceadores de todo el mundo. Las inmersiones son inolvidables, fascinantes, incomparables. Sólo en las Galápagos puede vivirse algo parecido. Docenas de tiburones martillo surcan tranquilamente las aguas y puede verse de cerca cómo se dejan desparasitar en las estaciones de limpieza. A éstos hay que añadir los numerosos tiburones de puntas blancas, que no pueden encontrarse en tal cantidad en ningún otro lugar. De día se recuestan en el fondo y en inmersiones nocturnas se los puede ver increíblemente activos, en todo su esplendor.

La isla de Malpelo, situada unos 400 kilómetros al sudoeste de la isla del Coco y perteneciente a Colombia, también es conocida por sus fondos de buceo con tiburones martillo. Puede llegarse a ella desde Costa Rica. Contemplar a los grandes depredadores en acción es toda una experiencia, no sólo para fotógrafos y cámaras submarinos. Con algo de suerte, puede verse en directo cómo cientos de pequeñas sardinas forman baitballs cerca de la superficie al verse atacadas por atunes o caballas, que arremeten salvajemente contra estos grupos de defensa esféricos en rotación. Diversos tiburones, delfines, petos o pájaros se apuntan al festín, con lo que también pueden contemplarse sus técnicas de caza.

La nueva sensación son las inmersiones con el submarino DeepSee, que desde 2008 desciende hasta 300 metros de profundidad desde el buque nodriza Argo, perteneciente al Undersea Hunter Group.

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