Sus habitantes la llaman «paraíso de los buceadores«. No es para menos: La isla seduce a sus visitantes con un maravilloso paisaje submarino y numerosos lugares de inmersión a los que se puede acceder por cuenta propia desde tierra.

Bonaire pertenece geográficamente a las Antillas Menores y políticamente a las Antillas Neerlandesas. Aporta la «B» a las islas ABC y, al igual que «C», Curazao, es una conocida y prestigiosa región de buceo.

Rodeada por un arrecife de franja, está a unos 80 kilómetros de la costa venezolana y, siendo una de las Islas de Sotavento, no está sometida a las influencias de la temporada ciclónica. Con forma de bumerán, la sobria isla de piedra caliza mide 39 kilómetros de largo y entre cinco y 11 kilómetros de ancho. En su parte más elevada, a 240 metros, se encuentra en el norte el Washington Slagbaai National Park, de más de seis hectáreas, con enormes cactus y 200 especies de aves.

Otras atractivos son el Pekelmeer, con sus salinas y flamencos, el antiguo asentamiento de esclavos junto a Witte Pan y la isla de Klein Bonaire, cercana a la costa.

No obstante, los mayores tesoros de la isla están sumergidos. El primero en darse cuenta fue el explorador de los mares Hans Hass, que hablaba entusiasmado de este paraíso de buceo en sus libros cuando todavía no existía el buceo deportivo. Bonaire pasó a la ofensiva rápidamente y de forma ejemplar para proteger sus aguas, prohibiendo la venta de productos derivados de la tortuga, el arpón y la recolección de corales y conchas.

Ya en 1979, el gobierno convirtió la costa en parque marino protegido hasta 60 metros de profundidad.

Actualmente hay muchos centros turísticos y de buceo que al alquilan equipos de buceo. La particularidad de Bonaire es que, siguiendo las detalladas instrucciones y las reglas del parque, puede bucearse desde tierra en el maravilloso arrecife de franja de forma totalmente independiente y bajo responsabilidad propia. Los buceadores van en coche de alquiler a la parte occidental de sotavento y eligen el mejor punto de entrada para uno de los 60 lugares de inmersión (p. ej., 1000 Steps, Angel City, Bari Reef, …), indicados mediante rocas pintadas de amarillo en la calle de la costa.

Desde suaves pendientes hasta paredes verticales: tras pocos metros en las aguas turquesa, uno queda fascinado por paisajes tropicales submarinos con una flora y una fauna grandiosas, así como con algún que otro pecio. Diferentes peces, abanicos de mar rosa, corales blandos y diversas esponjas entusiasman a más de 50.000 turistas al año. Los centros de buceo organizan además excursiones en bote a Klein Bonaire, donde también hay muchos puntos de inmersión destacables.

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