El archipiélago situado frente a la costa meridional de Cuba fue bautizado por Cristóbal Colón. El territorio cuenta con unas 600 islas de coral y es considerado como la mejor región de buceo en Cuba.
Como navegante al servicio de España, Cristóbal Colón fue el primero en llegar al paraíso insular, donde pronto se dio cuenta de la riqueza de la flora y la fauna. En honor a la reina Isabel, llamó al archipiélago «Jardines de la Reina». Con unos 2.200 kilómetros cuadrados, el Parque Nacional Jardines de la Reina es hoy una de las reservas naturales más grandes de Cuba. El esplendor natural del entorno fascina no sólo en tierra sino también bajo el agua, por lo que se decidió convertir un territorio de 160 por 36 kilómetros en parque marino.
La población submarina crece continuamente desde que en 1996 se prohibió la pesca comercial. Muchos hablan del « paraíso de los peces grandes» caribeño por la abundancia de especies de tiburones, meros, barracudas, tarpones y bancos de peces.
El número de buceadores está limitado. El único centro de buceo del paraíso submarino es un hotel flotante situado entre manglares con base de buceo y espacio para 14 clientes. Para llegar aquí, se zarpa en bote desde la ciudad de Júcaro, en Cuba, y se atraviesa el golfo de Ana María. El viaje de 90 kilómetros dura más de tres horas. Tres barcos de safari también se dirigen actualmente a la conocida zona de buceo.
Marcados con boyas, los 50 puntos de inmersión registrados están en un territorio de 70 kilómetros de largo. Tras anclar el barco en Pippin, los buceadores son recibidos por unas dos docenas de tiburones sedosos sedentarios. Al saltar al agua, se pide precaución para no chocar con los fascinantes predadores. Una vez fueron atraídos con cebos por motivos científicos, ya que se debían cazar algunos de ellos sin herirlos para trasladarlos a otro lugar. En aquella ocasión, los encargados de cazar los tiburones descubrieron zonas en sus cuerpos que los paralizaban por unos instantes, lo que se denomina parálisis o inmovilidad tónica. Los guías juegan ahora de vez en cuando con ellos como si fuesen perros adiestrados, algo totalmente prohibido para los buceadores.
Un par de metros más al fondo viven inmensos meros y en los cañones acechan espléndidos tarpones y barracudas. Gruesos tiburones de arrecife sitian un lugar llamado Black Coral. La Cana es un maravilloso jardín de coral lleno de peces que parece sacado de un álbum ilustrado. Los meros de hasta 200 kilos que viven en la Meseta de los Meros no tienen miedo de los buceadores. Por todos lados se ven grandes tortugas, mansos lagartos y, esporádicamente, algún cocodrilo.
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