Las islas Kornati forman el archipiélago más grande del Mar Mediterráneo y, en su conjunto, la mayor región de buceo de Croacia. Está estrictamente protegidas y su flora y fauna son casi vírgenes. Los buceadores viven aquí un «Milagro azul«

Unas islas idílicas, solitarias y rodeadas de aguas cristalinas: así se anuncian las Kornati y no es una exageración.

Con una aridez fascinante, esta singular cadena insular está en medio del Adriático y tiene 35 kilómetros de largo y 8 de ancho. La propiedad del archipiélago está en manos de algunos habitantes de la isla Murter. En 1980, la mayor parte de este territorio compuesto de dos hileras de islas fue declarado parque nacional.

De unas 150 islas, hoy están protegidas 89 (incluido su patrimonio marino). La más grande y larga se llama Kornat y ocupa dos tercios de la superficie total, Es fácil imaginarse lo pequeñas que son las otras islas, situadas en el sudoeste.

Las Kornati tienen en conjunto una línea costera de 185 kilómetros y, como tantos otros puntos de inmersión situados fuera del parque nacional, tienen mucho que ofrecer.

Hay dos entradas oficiales al laberinto insular, desde donde se inician las excursiones. La del norte está a 15 millas marítimas de Sibenik, cerca de Dugi Otok, una isla muy apreciada para la práctica del buceo. Desde las bases de Murter, en el sur, se llega algo más rápido al parque nacional.

Bajo el agua, los buceadores disfrutan especialmente de los primeros planos: pintorescos nudibranquios, delicados caballitos de mar, cabrachos con cara de pocos amigos, tímidas langostas y astutos pulpos, por citar algunos moradores de estas aguas. No hay que perderse las grandiosas y frondosas paredes de Dom, cerca de Samograd y Balun. Además de abanicos de mar, aquí se ven diferentes especies de esponjas, los animales pluricelulares más primitivos.

Las Kornati estaban en una vía marítima importante para los romanos y griegos, por lo que suelen verse restos de ánforas en el fondo.

Los vientos de la zona son aún hoy tristemente famosos, tal como atestiguan barcos hundidos en tiempos modernos. El mejor pecio de las islas cuenta con un maravilloso revestimiento. En 1944, el Francesca di Rimini se hundió cerca de Murter cargado de munición para las tropas de África.

La cubierta está sumergida a 40 metros, por lo que está reservada a buceadores experimentados.

En todo el parque nacional, las inmersiones sólo están permitidas en zonas específicas, deben realizarse en grupos organizados e implican el pago de tasas.

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