En la zona central de Egipto hay mucho que contemplar bajo el agua: Tiburones, delfines y cantidad de buceadores. Desde que se abrió el pequeño aeropuerto internacional de Marsa Alam, cada vez vienen aquí más turistas.

Los buceadores echan un último vistazo a los instrumentos y se lanzan al agua.

Tras descender rápidamente a la profundidad máxima de 40 metros, estabilizan la posición, reconocen el entorno y esperan a los tiburones martillo, que surcan las aguas en el extremo norte del arrecife Daedalus.

El final del tiempo sin paradas se acerca. La espera se hace un suplicio. De repente, alguien gesticula violentamente. Los ha descubierto. El cardumen pasa con lentitud y elegancia, y pronto queda fuera del alcance de la vista.

Los buceadores ascienden. Emergen en aguas abiertas con una parada de seguridad prolongada. Es imposible encontrar el arrecife en la corriente. La embarcación de apoyo lleva a los aventureros a bordo. Todos están de acuerdo: ese corto pero intenso momento vale todos los esfuerzos.

Esta expuesta isla en medio del mar Rojo fue zona militar restringida hasta 1999. Hoy, los operadores turísticos la presentan como una zona excelente para avistar tiburones.

En el extremo sur, además de tiburones martillo, también se ven veloces peces zorro. Aquí hay que tener los ojos bien abiertos ya que en todo momento pueden producirse espectaculares encuentros.

Lo mismo sucede en el arrecife Elphinstone, más cerca de la costa. Es difícil perderse, ya que la zona está siempre sitiada por barcos de buceo.

Uno no debe asustarse, el mundo submarino de este lugar es muy atractivo. Para ver peces grandes, como el tiburón oceánico longimanus, se recomienda la altiplanicie norte.

La inmersión termina dejándose arrastrar por la corriente junto a la pared oriental u occidental, maravillosamente revestidas de coral.

También merece la pena bucear junto a Marsa Alam. El antiguo pueblo pesquero fue un secreto bien guardado durante mucho tiempo. Los puntos de inmersión se habilitaron a principios de la década de 1990. Cuando se abrió el aeropuerto en 2001, se produjo una llegada masiva de turistas y se empezaron a construir hoteles.

Sha’ab Samadai contribuyó al auge del buceo. Los delfines se aparean y cuidan de sus crías en la laguna. El gobierno tuvo que poner freno a la afluencia de buceadores y creó áreas protegidas.

Hoy hay una zona cerrada para garantizar la tranquilidad de los animales y la entrada de buceadores está muy limitada. También se introdujeron medidas de protección en Abu Dabab. Los submarinistas sólo pueden acercarse desde tierra a las tortugas y los sirénidos, los llamados «dugongos».

La zona también ofrece mucho en tierra: los templos de Wadi Miya, las pinturas rupestres de épocas prehistóricas y el parque nacional Wadi El Jimal, ubicado al sur.

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