El archipiélago de las islas de Hyéres, en la costa azul, esconde un paraíso submarino. Aquí no solo se encuentra la cuna del buceo deportivo sino también Port-Cross, un emblemático parque nacional marino y un gigantesco cementerio de barcos.

La Costa Azul ha hecho historia submarina. El pionero del buceo austriaco Hans Hass se sumergió por primera vez bajo las olas en la llamada Riviera Francesa en la década de 1930, y su colega Jacques-Yves Cousteau desarrolló aquí junto a Émile Gagnan el primer regulador de buceo.

Repleto en toda su extensión de excelentes destinos de buceo, el segmento costero que se extiende desde Marsella hasta Monte Carlo es un lugar legendario para los buceadores.

El corazón del buceo del litoral francés late sin duda en el archipiélago de las islas de Hyéres, a menos de 50 kilómetros al este de Tolón. Las tres islas principales, Porquerolles, Port-Cros y Levante, están al este de la península de Giens.

Aquí se han establecido varios centros de buceo desde las que zarpan barcos cada mañana con destino a más de 40 puntos de inmersión en torno a la península y al pequeño archipiélago.

La mayoría ponen rumbo a la isla de Porquerolles y a la popular reserva natural de Port-Cros, impregnada de aires caribeños.

Junto al islote de La Gabiniére se disfruta de una atracción muy especial: varias docenas de meros viven en torno a estas rocas y el más viejo de ellos mide 1,5 metros.

El punto de inmersión Sec de la Gabiniére fascina con densos bosques de gorgonias rojas, enormes brótolas y gruesos congrios. Los innumerables barcos y aviones hundidos son naturalmente lugares de visita obligados.

Si el tiempo acompana y se dispone de la experiencia necesaria, no hay que perderse en ningún caso el Donator (máx. 52 metros de profundidad) y el Le Grec (máx. 47 metros de profundidad). Ambos cargueros perecieron víctimas de minas submarinas a finales de la Segunda Guerra Mundial.

No lejos el uno del otro, están situados entre Porquerolles y Port-Cros, al sudeste del islote Petit Sarranier, en un zona ideal para realizar inmersiones. En el entorno también pueden visitarse el Pecio de los Congrios, el Ville de Grasse, el Rubis, el Michel C, un Heinkel y un Mustang.

Considerando lo impresionante que es sumergirse hoy en el entorno de las islas de Hyéres, es difícil imaginarse el aspecto tan diferente que tenía la zona no hace mucho.

A principios de la década de 1980, las aguas estaban contaminadas y presentaban sobreexplotación pesquera. Los buceadores no podían ver nada y además todo era muy caro. De ahí la marcha colectiva de entonces al mar Rojo.

No puede decirse que la Costa Azul se haya vuelto un destino económico pero, gracias a la aplicación de estrictas leyes, el mar vuelve a estar limpio y tiene mucho que ofrecer bajo su superficie.

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