En esta isla hay un tesoro geológico y biológico. Un lago lleno de medusas de cinco kilómetros cuadrados. Aunque no tiene conexión directa con el mar, sus aguas son salobres. Bucear aquí es una experiencia única.
La deshabitada isla de Kakaban se sitúa el mar de Sulawesi, frente a la costa oriental de Borneo, entre las islas de Maratura y Sangalaki. Los arrecifes del entorno están parcialmente deteriorados pero en el Barrakuda Point, situado en un lugar de muchas corrientes frente a la punta sudoeste, es posible ver peces grandes, como los espléndidos tiburones leopardo.
No obstante, los buceadores suelen a venir a Kakaban atraídos por otro aliciente.
En el centro de la isla hay un lago de 10.000 años de antigüedad lleno de medusas. El Jellyfish Lake se formó en el Holoceno, la última época geológica del período Cuaternario, cuando la isla emergió de las profundidades.
El lago de agua salobre ocupa hoy el 70 por ciento de la isla. El nivel del lago está sometido a las mareas, por lo que los científicos suponen que el agua del mar se filtra a través del fondo. Sin embargo, la poca salinidad no permite que aquí se desarrolle la biodiversidad marina. Se supone que en el lago se forman y se reciclan nutrientes esenciales para la vida.
Al lago se llega caminando 10 minutos desde la costa. Unas escaleras de madera y unas pasarelas conducen por la dorsal de la isla, un extraño borde arrecifal de unos 300 metros de ancho y 50 metros de alto, y a través de la jungla.
Es posible bucear con la escafandra pero, ya que las escenas más hermosas acaecen justo bajo la superficie del agua, basta con la máscara, las aletas y el esnórquel.
Con el paso de los siglos se ha desarrollado un ecosistema único. Pueden observarse animales y plantas que normalmente sólo habitan en las desembocaduras de los ríos. Su principal atractivo son las miles de medusas no urticantes. En Kakaban viven cuatro especies de medusas diferentes. Algunas nadan cerca de la superficie y se orientan al sol; otras yacen en el fondo plagado de algas con la subumbrela hacia arriba.
Aquí no tienen enemigos naturales grandes, a excepción de pequeñas anémonas para las que son una nueva fuente de alimentación. Éstas consiguen apresar las medusas a pesar de la diferencia de tamaño. Los buceadores deben avanzar con cuidado para no herir a los gelatinosos animales.
Otra sensación son las encantadoras atmósferas submarinas que se crean en la orilla del lago. En los manglares se desarrollan numerosas especies de esponjas, que parecen motas de color en el lago verdoso. Además de ocho tipos de peces diferentes, aquí viven cohombros y babosas de mar. Con algo de suerte, es posible llegar a ver varánidos buceando en este verdadero milagro de la naturaleza.
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